domingo, 17 de octubre de 2010

1964, Jorge Luis Borges.


I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

Para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

Y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

Y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

lunes, 11 de octubre de 2010

OASIS EN EL INSTANTE, Sohrab Sepehrí.


Si venís a buscarme
estaré más allá de la tierranada.
Más allá de la tierranada hay un lugar.
Más allá de la tierranada las venas del aire
están llenas de vilanos mensajeros que nos traen noticias
de una flor recién abierta en el arbusto del extremo confín de la tierra.
En la arena hay dibujos de cascos de caballos,
de sutiles jinetes que al alba se dirigieron hacia
las alturas ebrias de la asunción de la amapola.
Más allá de esa tierranada, el guardasol del deseo permanece abierto:
Y cuando la brisa de la sed corre por el fondo de una hoja
se oyen las campanas de la lluvia.
Aquí el hombre está solo
y en su soledad
la sombra de un olmo se extiende hasta la eternidad.
Si venís a buscarme,
venid, pues, lenta y suavemente
para que no se raye
la porcelana de mi soledad.

DETENTE SOMBRA, Sor Juana Inés de la Cruz.


Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La ruta de su evasión (fragmento), Yolanda Oreamuno.



"Siempre queda en algún árbol una hoja postrera, prendida a la rama por un milagro de resistencia inexplicable, y todas las mañanas, al pasar, formulamos una despedida porque tememos no encontrarla allí al día siguiente. Es tan frágil su aspecto, descomedida su posición, muerto su color, que no podemos explicarnos por cuál fenómeno se mantiene en su sitio invulnerable al viento, la escarcha y el frío. Simboliza el recuerdo borroso de lo que fuera en primavera y verano el ropaje del árbol; es la manifestación única de su antigua forma; la rúbrica de su linaje, el síntoma de su especie. Pese a todo lo precario que esa hoja solitaria representa, en su humildad, en su indefensión, tiene un noble elemento de fortaleza. Cada mañana la buscamos para comprobar en su delicado tallo o en el contorno de su cuerpecillo aterido los efectos de la intemperie, y repetimos la nostálgica despedida. Pero al verla de nuevo, inalterable y sola, nos preguntamos sobresaltados si resistirá todo el invierno allí. Tanta tenacidad anónima despierta en nosotros cierto elemento de sospecha ¿por qué resiste?, ¿irá a permanecer a pesar de todo?, ¿para qué su inmutabilidad?, y nos vamos acostumbrando a su presencia en el árbol frente a nuestra casa. Lentamente, con la familiaridad de lo inevitable, olvidamos la hoja fiel. Una mañana cualquiera ya no levantamos la cabeza para buscarla, ni nos despedimos de ella hasta nunca. Ha entrado a formar parte del paisaje inalterable, de ese paisaje permanente más allá de las estaciones y las temperaturas. Y muchos días después, casi sin pensar en ella, echamos una mirada descuidada que nos revela su ausencia. Se fue con el viento. Ya no está. Se fue sin despedida, sin adiós y sin lágrima. Tampoco dejó recuerdo. Simplemente se fue."

lunes, 26 de julio de 2010

La voz humana, Jean Cocteau.



"¿Sabes? Alguna vez, cuando estábamos acostados y apoyaba mi cabeza en tu pecho, oía tu voz exactamente igual que esta noche en el teléfono.
¿Oiga? Oigo música... Digo que estoy oyendo música... Pues deberías dar golpes en la pared e impedir que tus vecinos pongan el gramófono a estas horas... Es inútil. Además, el médico de Marta volverá mañana... No te preocupes... Por supuesto. Ella te dará noticias mías. ¿Qué? ¡Oh, sí, mil veces mejor! Si no hubieses llamado, yo ya estaría muerta. (...) Perdóname. Sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero, entiéndeme, sufro, estoy muy mal. Este hilo es el último que nos sigue uniendo... ¿Antes de ayer por la noche? Dormí. Me dormí junto al teléfono... No, no. En mi cama... Sí, lo sé. Resulto ridícula, es cierto, pero tenía el teléfono metido en la cama; a pesar de todo estamos unidos por él. Porque tú me hablas. Hace ya cinco años que vivo de ti, que eres el único aire que respiro, que paso mi vida esperándote, creyéndote muerto si llegas tarde, muriendo por creerte muerto, volviendo a la vida cuando entras y estás aquí, muriéndome por miedo a que te marches... Ahora respiro porque me estás hablando...
".

domingo, 30 de mayo de 2010

Memorias (fragmento), Raul Brandao.



"Soy un simple espectador de la vida, que no intenta explicarla. No afirmo ni niego. Hace mucho que huyo de juzgar a los hombres, y, a cada hora que pasa, la vida me parece o muy complicada y misteriosa o muy simple y profunda. No aprendo a morir, desaprendo a morir. No sé nada, no sé nada, y no saldré de este mundo con la convicción de que no es la razón ni la verdad las que nos guían: solamente la pasión y la utopía nos llevan a conclusiones definitivas. El papel de los locos es el más importante en este desconsolado planeta, aunque los demás intenten corregirlos y canalizarlos… Por eso comprendo que es tan difícil aseverar la precisión en un hecho como juzgar a un hombre con justicia. Todos los días cambiamos de opinión. Todos los días somos empujados a kilometros de distancia por cualquier cosa delirante, que nos lleva a lugares desconocidos. Siempre sucede que, pasados unos meses desde lo escrito, me llega la duda y el vacío. Siento que ya no me pertenece. Es por ésta razón que no condeno ni explico nada, y huyo antes de descender a mi interior, para que no reconozcan con asombro que soy irracional – de esa forma no discrimino lo que creo y lo que no, y compruebo lo que me pertenece y lo que pertenece a los muertos."

miércoles, 26 de mayo de 2010

Tanto soñé contigo, Robert Desnos.



Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo
y besar sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?

Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían adaptarse al contorno de tu cuerpo.

Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y me gobierna desde hace días y años, seguramente me transformaré en sombra.

Oh balances sentimentales.

Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar. Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera frente que encuentre.

Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.

Hay un morir, Macedonio Fernández.



"No me lleves a sombras de la muerte

adonde se hará sombra mi vida,

donde sólo se vive el haber sido.

No quiero el vivir del recuerdo.

Dame otros días como éstos de la vida.

Oh no tan pronto hagas
de mí un ausente

y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!

Quisiera estarme todavía en mí.

Hay un morir si de unos ojos
se voltea la mirada de amor
y queda sólo el mirar del vivir.

Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,

esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes."

martes, 25 de mayo de 2010

Corazón Coraza, Mario Benedetti.



Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

domingo, 25 de abril de 2010

Ya no, Idea Vilariño.



Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.

Ya no soy más que yo para siempre
y tú
ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás
en un día futuro

no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.

No volveré a tocarte.

No te veré morir.

Tormentos, de Émile Cioran.


La soledad es insoportable, a solas conmigo mismo, a solas con mis pensamientos.
No sé como distraerlos, como atontarlos para que no me atormenten.
Surge entonces la rabia ante la impotencia, y la agresividad es un pequeño paso que doy en ese estado.
Sentirse solo y estar solo no es lo mismo, pero en mi caso, sí, me siento solo aún cuando no estoy solo, pero lo siento mucho más cuando esa soledad es también física.
¿Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar (cosa que no les reprocho), o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada?.
Sea cual sea la respuesta, puedo decir que nunca he pedido estar aquí y aún estando aquí, sólo pienso en cómo salir, sin hacer ruido, sin que se note mi ausencia, como si nunca hubiera estado. Y de esa manera, sentir la ilusión de no haber existido nunca.

Fuegos, de Marguerite Yourcenar.



Podrías hundirte en un solo golpe en la nada, adonde van los muertos: ya me consolaría si me dejaras tus manos en herencia.
Sólo tus manos substistirían, separadas de ti, inexplicables como las de los dioses de mármol convertidos en polvo y cal de su propia tumba.
Sobrevivirían a tus actos, a los miserables cuerpos que han acariciado.
Entre las cosas y tú no harían ya de intermediarios: ellas mismas se transformarían en cosas. Inocentes de nuevo, pues tú ya no estarías para hacer de ellas tus cómplices, tristes como galgos sin dueño, desconcertadas como arcángeles a quienes ningún dios da ya órdenes, tus inútiles manos reposarían sobre las rodillas de las tinieblas.
Tus manos abiertas, incapaces de dar o de recibir ninguna alegría, me habrían dejado caer como una muñeca rota.
Beso, a la altura de la muñeca, esas manos indiferentes que tu voluntad no aparta ya de las mías; acaricio la arteria azul, la columna de sangre que, antaño, incesante como el chorro de una fuente, surgía del suelo de tu corazón.
Con sollozos pequeños y satisfechos reposo la cabeza como un niño entre esas palmas llenas de estrellas, de cruces, de precipicios de lo que fue mi destino.

No tengo miedo de los espectros. Sólo son terribles los vivos, porque poseen un cuerpo.

jueves, 8 de abril de 2010

El libro del desasosiego (fragmento), Fernando Pessoa.




"Somos quienes no somos, y la vida es veloz y triste. El ruido de las olas por la noche es un ruido de la noche; ¡y cuántos lo han oído en su propia alma, como la esperanza constante que se deshace en la oscuridad como un ruido sordo de espuma profunda! ¡Qué lágrimas lloraron los que obtuvieron, qué lágrimas perdieron los que consiguieron! Y todo esto, durante el paseo en la orilla del mar, se me tornó el secreto de la noche y la confidencia del abismo. ¡Cuántos somos! ¡Cuántos nos engañamos! ¡Qué mares suenan en nosotros, en la noche de ser nosotros, por las playas que nos sentimos en los encharcamientos de la emoción! Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido, lo que se ha conseguido y ha satisfecho por error, lo que amamos y perdimos y, después de perderlo, vimos, amándolo por haberlo tenido, que no lo habíamos amado; lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos; lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción; y el mar en todo, llegando allá, rumoroso y fresco, del gran fondo de toda la noche, a agitarse fino en la playa, en el decurso nocturno de mi paseo a la orilla del mar… ¿Quién sabe siquiera lo que piensa, o lo que desea? ¿Quién sabe lo que es para sí mismo? ¡Cuántas cosas sugiere la música y nos sabe bien que no pueda ser! ¡Cuántas recuerda la noche y lloramos, y no han sido nunca! Como una voz suelta de la paz tumbada a lo largo, el enrollamiento de la ola estalla y se enfría y hay un salivar audible por la playa invisible. ¡Cuánto me muero si siento por todo! ¡Cuánto siento si así vagabundeo, incorpóreo y humano, con el corazón parado como una playa, y todo el mar de todo, en la noche que vivimos, batiendo alto, zumbón, y se enfría, en mi eterno paseo a la orilla del mar."

domingo, 28 de marzo de 2010

Negro el diez (Julio Cortázar).



EMPIEZA por no ser. Por ser no. El Caos es negro.
Como es negra la nada.

NACE la claridad, su gallo triza el cielo,
se esponjan los colores vanidosos.

Pero el negro se ahínca primigenio. Toda luz
en el carbón se abisma, en el basalto.
Tes pysiciens appellent corps noirs ous eux qui
absorbent intégralement les radiations reÇues.
E.U.
PARA mejor lanzarlos al asalto
del día. (Goya pudo decirlo.)

SOCAVÓN en la sangre, en la memoria,
lo negro sube a la palabra, es la tormenta
rabiosa de los odios y los celos:
Othelo el blackmoor, el moro negro
siempre, para el lívido Yago.

PADRE profundo, pez abisar de los orígenes,
retorno a qué comienzo,
estigia contra el sol, y sus espejos,
término de los cambios,
última estela de las mutaciones,
palabra del silencio.

SU PALACIO nocturno: el sueño, el párpado
sedosa guillotina del diurno pavorreal
para que sólo las similitudes
desplieguen sus tapices de morado, de púrpura y de óxidos,
harem del negro, esperma de los sueños.
SE DIRÍA que le gusta que lo aplanen, lo espatulen, lo tiendan en las lisas superficies, como se hace aquí. Se diría que ama ser el trampolín desde donde saltan los colores, su callado sostén. Todo es más contra el negro, todo es menos cuando falta.
CEDES a estas metamorfosis que una mano enamorada cumple en ti, te llenas de ritmos, hendiduras, te vuelves tablero, reloj de luna, muralla de aspilleras abiertas a lo que se acecha siempre del otro lado, máquina de contar cifras fuera de las cifras, astrolabio y portulano para tierras nunca abordadas, mar petrificado en el que resbala el pez de la mirada.
CABALLO negro de las pesadillas, hacha del sacrificio, tinta de la palabra escrita, pulmón del que diseña, serigrafía de la noche, negro el diez: ruleta de la muerte, que se juega viviendo.
TU SOMBRA espera tras de toda luz.

lunes, 15 de marzo de 2010

Mirada final (de Muerte y reconocimiento), Vicente Aleixandre).



"La soledad, en que hemos abierto los ojos.
La soledad en que una mañana nos hemos despertado, caídos,
derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos.
Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén
y, revuelto con la tierra súbita, se levanta y casi no puede reconocerse.
Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que él no es, y ve aparecer sus miembros,
y se palpa: «Aquí yo, aquí mi brazo, y este mi cuerpo, y esta mi pierna, e intacta está mi cabeza»;
y todavía mareado mira arriba y ve por dónde ha rodado,
y ahora el montón de tierra que le cubriera está a sus pies y él emerge,
no sé si dolorido, no sé si brillando, y alza los ojos y el cielo destella
con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta
y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele,
pero le duele todo. Y arriba mira el camino,
y aquí la hondonada, aquí donde sentado se absorbe
y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero un cielo azul apagado parece lejanamente contemplarle.
Aquí, en el borde del vivir, después de haber rodado toda la vida como un instante, me miro.
Esta tierra fuiste tú, amor de mi vida? ¿Me preguntaré así cuando en el fin me conozca, cuando me reconozca y despierte,
recién levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en la hondonada, en el fin, mire un cielo piadosamente brillar?


No puedo concebirte a ti, amada de mi existir, como solo una tierra que se sacude al levantarse, para acabar cuando el largo rodar de la vida ha cesado.
No, polvo mío, tierra súbita que me ha acompañado todo el vivir.
No, materia adherida y tristísima que una postrer mano, la mía misma, hubiera al fin de expulsar.
No: alma más bien en que todo yo he vivido, alma por la que me fue la vida posible
y desde la que también alzaré mis ojos finales
cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los que mi alma contigo todo lo mira,
contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que siento bajo los párpados,
en el fin el cielo piadosamente brillar."

Tú vives siempre en tus actos, Pedro Salinas.




"Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo. "

martes, 23 de febrero de 2010

Creo, J.G. Ballard.



"Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo,
para soltar las riendas de la verdad dentro de nosotros,
para demorar la noche,
para trascender la muerte,
para congraciarnos con los pájaros,
para ganarnos la confianza de los locos.

Creo en mis propias obsesiones,
en la belleza de los choques de autos,
en la paz de los bosques sumergidos,
en la excitación de las playas de vacaciones cuando están desiertas,
en la elegancia de los cementerios de automóviles,
en el misterio de los estacionamientos de muchos pisos,
en la poesía de los hoteles abandonados.

Creo en el vuelo, en la belleza de las alas y en la belleza de todo lo que ha volado siempre,
en la piedra arrojada por un chico con la misma sabiduría de los estadistas y de las parteras.

Creo en la inexistencia del pasado, en la muerte del futuro y en las infinitas posibilidades del presente.
Creo en los próximos cinco minutos.
Creo en la historia de mis pies.
Creo en los dolores de cabeza,
en el aburrimiento de los atardeceres,
en el miedo de los calendarios,
en la traición de los relojes.

Creo en la muerte del mañana,
en la fatiga del tiempo,
en nuestra búsqueda de un tiempo nuevo dentro de la sonrisa de las azafatas en los ómnibus de larga distancia y dentro de los ojos cansados de los hombres que controlan el tránsito en los aeropuertos fuera de temporada.

Creo en la imposibilidad de la existencia,
en el humor de las montañas,
en el absurdo del electromagnetismo,
en la farsa de la geometría,
en la crueldad de la aritmética,
en el propósito asesino de la lógica.

Creo en las adolescentes, en cómo se corrompen a sí mismas por la posición que adoptan sus largas piernas, en la pureza de sus cuerpos desarreglados, en los vellos púbicos que dejan en los baños de los telos mas infames.
Creo en la delicadeza de los bisturíes quirúrgicos,
en la ilimitada geometría de la pantalla de cine,
en el universo oculto dentro de los supermercados,
en la soledad del sol,
en la charlatanería de los planetas,
en la repetitividad de nosotros mismos,
en la inexistencia del universo y en el aburrimiento del átomo.

Creo en la muerte de las emociones y en el triunfo de la imaginación.
Creo en todas las excusas.
Creo en todas las razones.
Creo en todas las alucinaciones.
Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías, evasiones.
Creo en el misterio y en la melancolía de una mano,
en la gentileza de los árboles, en la sabiduría de la luz."

miércoles, 10 de febrero de 2010

Poesía Vertical, Roberto Juarroz.



Poema nro. 9


Pienso que en este momento

tal vez nadie en el universo piensa en mí,

que solo yo me pienso,

y si ahora muriese,

nadie, ni yo, me pensaría.


Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.

Contribuyo a tapizar de ausencia todo.


Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre

se parece a salvarlo.

sábado, 23 de enero de 2010

TRISTEZAS DE LA LUNA (Baudelaire)



Esta noche la luna sueña con más pereza,
Igual a una beldad que sobre muchos cojines
Con mano ligera y de abandono acaricia
La forma de sus senos antes de dormirse.

Sobre el dorso de seda de suaves avalanchas,
Muriente, se entrega a prolongados éxtasis,
Y pasea su mirada sobre visiones blancas
Que ascienden al azul, igual que floraciones.
Cuando algunas veces sobre esta forma, en su languidez ociosa,
Deja rodar una lágrima furtiva,
Un piadoso poeta, enemigo del ensueño,
Acoge esta pálida lágrima en el cuenco de su mano
Como un pedazo de ópalo de irisados reflejos.
Y en su corazón la guarda, lejos de los ojos del sol.